lunes, 12 de noviembre de 2012

POLÍTICOS DE EEUU HABLANDO DE CAMBIO CLIMÁTICO gracias a Sandy


Sandy obliga a hablar del cambio climático en las elecciones norteamericanas pese a la presión del sector de combustibles fósiles
Bill McKibben · · · · ·
He aquí una frase que ojalá no hubiera escrito: salió rodando de mi Macbook en mayo, como parte de un artículo para Rolling Stone que enseguida corrió como la pólvora:
"Supongamos que termina por ocurrir algo de verdad tan gordo (un huracán gigante anega Manhattan, una megasequía aniquila la agricultura de nuestro Medio Oeste) que ni siquiera el poder político del sector resulte suficiente para sofrenar a los legisladores, que logren regular el carbono".
Ojalá no lo hubiera escrito, porque la primera mitad me otorga un mérito del todo inmerecido por clarividencia: no tenía ni idea de que ambas circunstancias ocurrirían en los siguientes seis meses . Y ojalá no lo hubiera escrito, porque ahora que hay que dar cuenta de ello, empiezo a dudar que hasta Sandy, la mayor tormenta registrada, sea suficiente para que nuestra clase política se tome en serio el cambio climático.  
Acaso me equivoque, sin embargo. Acaso –tan solo acaso– la llegada de un muro gigantesco de agua exactamente en mitad de la capital financiera y mediática del planeta que nos sirve de hogar bastará para desbloquear esta conversación. Acaso esta obscena marea del océano entrando anormalmente en los conductos y túneles de la mayor ciudad de la Tierra conmocionará a gente suficiente para cambiar el debate. El gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, se permitió algo así en una rueda de prensa el martes por la tarde:
"Se ha producido una serie de sucesos meteorológicos extremos. Y esto no es una declaración política sino que estamos hablando de hechos…Quien diga que no se ha producido un cambio espectacular en los patrones climáticos está negando, creo yo, la realidad".
El alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, añadió:
"Lo que está claro es que las tormentas que hemos experimentado en el último año, más o menos, en este país y en todo el mundo son mucho más severas que antes ".
Sinceramente, creo que vería enseguida declaraciones como ésta como un respaldo cuidadosamente meditado de la ciencia climática. La experiencia es lo que cambia a la gente: la sequía del verano dejó a más de la mitad de los condados norteamericanos convertidos en zona catastrófica federal, y el meteorólogo Jeff Masters estima que Sandy golpeó a 100 millones de norteamericanos con un "tiempo extremo". Añádanse los mayores incendios forestales de Colorado y Nuevo México, los meses más calurosos de la historia norteamericana, y la ola de calor completamente absurda de verano-en-marzo que desató el año en que sudamos peligrosamente, y se puede empezar a entender por qué el porcentaje de norteamericanos que se preocupan por el cambio climático ha dado un salto repentino este año. Un salto lo bastante pronunciado como para que unos cuantos políticos se presten a hablar en voz alta.
No muchos. Los candidatos presidenciales evitaron el tema en tos los grandes foros públicos…salvo por la broma de Romney en la convención nacional republicana a propósito de lo tonto que resultaba intentar parar el ascenso de los océanos (lo que probablemente no le ha ganado muchos votos en la costa de Nueva Jersey esta semana). Obama sí que habló del cambio climático con la cadena MTV la semana pasada, pero el sitio en que lo hizo casi define el estatus marginal de la cuestión; su otra discusión de verdad sobre el asunto fue la que tuvo con Rolling Stone: el calentamiento global, aparentemente, es cosa sólo de gente con auriculares.
Fueron discurseando de pueblo en pueblo a lo largo del verano más cálido que se recuerda y parecía que no se daban cuenta. Se puede apreciar la frescura de un presidente, pero todo tiene un límite.  
Si Sandy comienza, no obstante, a dejar algo abierto el espacio para discutir, estamos por desgracia en un momento en el que hemos de forzar la discusión. Después de 20 años de inacción, vamos tan retrasados por debajo de la media, que hay elevar el baremo por encima del simple reconocimiento de que tenemos un problema. Tenemos que lograr que estos tipos hagan algo.
Y eso, me parece, exige un conjunto de cambios verdaderamente cruciales. Nos hace falta neutralizar la fuerza que les ha mantenido tranquilos. No es que nuestros políticos no se hayan enterado del cambio climático: a lo largo de dos decenios, he contemplado cómo los mejores científicos del mundo recorrían anualmente la senda que lleva a la colina del Capitolio para exponer los últimos datos. Es que, por aterrador que fueran esas tablas y gráficos, el sector de combustibles era aun más aterrador.   
Siendo la industria más rica de la Tierra, y el mayor factor del juego político, los chicos del carbón y el petróleo y el gas han comprado a un partido y aterrado al otro. La semana pasada – en los ultimísimos días de las elecciones norteamericanas – Chevron golpeó con la mayor donación empresarial singular de la época de Citizens United [sentencia de 2010 del Tribunal Supremo] que permite aportaciones ilimitadas], 2,5 millones de de dólares a un PAC [Comité de Acción Política que facilita y administra las donaciones]republicano. No hay un solo congresista que no se diera cuenta y no pensara: ¿qué pasa si van a por a mí sólo diez días antes de las elecciones?
Si queremos cambiar esa ecuación política, tendremos que hacerlo yendo a por el sector de combustibles fósiles. Se lo merecen. Como dejaba sentado en ese artículo mío de Rolling Stone, están planeando quemar literalmente cinco veces más carbono de lo que el gobierno más conservador del mundo consideraría seguro. Se han convertido en una fuerza de granujas. 
Razón por la cual 350.org envió hoy una explosión de correos electrónicos, recogiendo dinero para la Cruz Roja y firmas para una petición a los ejecutivos petrolíferos pidiéndoles que detengan sus donaciones en campaña y se gasten el dinero en arreglar, en cambio, Nueva York. Y es la razón por la que lanzamos un espectáculo ambulante la próxima semana. Iremos a veinte ciudades en veinte noches, tratando de desencadenar un movimiento de desinversión en reservas de combustibles fósiles, y una nueva voluntad de plantar cara a la industria. Comienza el próximo miércoles en Seattle, y lo haremos gane quien gane la Casa Blanca el próximo martes por la noche.
Porque por importantes que sean las elecciones, no son la batalla mayor.
Notas:
 [1] Bill McKibben, “Global Warming´s Terrifying New Math”, Rolling Stone, 19 de Julio de 2012
Enviado por Roque P a la red foroba 

No hay comentarios: