SOCIEDAD › UNA GUIA PARA GENERAR UNA COBERTURA PERIODISTICA
RESPONSABLE EN CATASTROFES
Cómo evitar un nuevo desastre
A partir de un monitoreo del trabajo de los medios
televisivos en las inundaciones porteñas y de La Plata, la Defensoría del
Público elaboró una serie de pautas para que en las coberturas en situaciones
de emergencia prime la función social de la información.
La cobertura periodística de las inundaciones de abril
pasado en La Plata y en la ciudad de Buenos Aires abrió el debate sobre el
desempeño de los medios y los periodistas en situaciones de emergencia. El uso
reiterado de imágenes de alto impacto, la dramatización permanente en torno de
los damnificados y la falta de capacitación de los periodistas para cubrir
catástrofes fueron algunos de los puntos que la Defensoría del Público de
Servicios de Comunicación Audiovisual relevó de las coberturas televisivas de
la última inundación. Luego de numerosas reuniones con diferentes trabajadores
de medios, sindicatos y asociaciones civiles, la Defensoría del Público
presentó una guía de orientación para generar una “cobertura periodística
responsable en los desastres y catástrofes”.
“La guía es una caja de herramientas disponible para los
trabajadores de medios. La pueden tomar o no, pero ahora está. Antes no existía
una herramienta como ésta. Es una invitación a revisar y modificar nuestras
prácticas para acompañar un cambio de concepción, en el que prime la función
social de la información. Se trata de socializar los saberes. La pretensión es
generar una serie de recomendaciones y orientaciones al alcance de los
trabajadores de medios para una cobertura responsable de catástrofes y
desastres”, explicó Gerardo Halpern, quien estuvo a cargo de la elaboración del
escrito, presentado ayer en el anexo de la Cámara de Diputados de la Nación.
Entre los lineamientos generales de la guía se incluyen la
preparación de los periodistas para afrontar la emergencia de un modo seguro,
la necesidad de evitar la magnificación de datos y la espectacularización que
pueden incrementar la situación de pánico, la preservación de la propia vida
del periodista, la consideración de la información en tanto servicio y el
respeto a la intimidad e integridad humana de los afectados.
“Nos parecía que era un buen momento para iniciar la
discusión sobre la cobertura de catástrofes y desastres. En el análisis
encontramos cuestiones vinculadas con la temática y con las condiciones de
trabajo en que los periodistas realizan las coberturas. Se destacó una
cobertura esencialmente casuística, con altas dosis de espectacularización, de
excesiva dramatización. Se contribuía desde los medios al incremento del caos.
Y a su vez observamos cómo muchas veces no se tenían en cuenta las condiciones
mínimas de preparación y de primeros auxilios para afrontar una emergencia, y
en donde por lo tanto el periodista ponía en riesgo su vida para encontrar una
primicia”, explicó Halpern.
Tras las inundaciones que afectaron a La Plata y a la ciudad
de Buenos Aires, la Defensoría del Público –un órgano creado por la Ley de
Servicios de Comunicación Audiovisual para proteger los derechos de los oyentes
y televidentes– realizó el análisis de la cobertura desarrollada por los cinco
canales de televisión abierta. Se detectó, entre otras cuestiones, una marcada
presentación de la voz de los protagonistas y testigos de la catástrofe, frente
a una reducida aparición de voces de especialistas; una falta de equipamiento
adecuado de los periodistas que transitaban las zonas inundadas; y una
preponderancia de relatos e imágenes de alto impacto por sobre la difusión de
datos socialmente necesarios para afrontar la emergencia.
“Encontramos, en el monitoreo, un fuerte anclaje en la
casuística y una búsqueda permanente de la cobertura amarillenta, musicalizada
y con escaso cuidado de la intimidad de las personas. Periodistas poniéndole el
micrófono a un persona que acababa de perder todo, inclusive la vida de algún
familiar, preguntándole cómo se siente. Después de esta invasión a la vida
privada de los damnificados, observamos en el piso una fuerte moralización que
poco aportaba, una moralina de sentido común, sin consultar la mayoría de las veces
a los especialistas”, sostuvo Halpern.
Para abrir la discusión y profundizar el análisis, la
Defensoría del Público organizó un conjunto de mesas de trabajo junto a
periodistas, camarógrafos, productores ejecutivos, representantes sindicales y
organizaciones sociales, donde se enfatizó la falta de capacitación para
periodistas y de protocolos nacionales que orienten el trabajo en estos
contextos especiales. De esa instancia, finalmente, surgió una serie de
criterios y recomendaciones que conforman la guía en torno de la cobertura
periodística en situaciones de emergencia.
El decálogo para tener en cuenta
1. Identificar
las principales fuentes gubernamentales y no oficiales vinculadas con las
situaciones de desastre para establecer una agenda de contactos, procurando
pluralidad, diversidad y calidad de información.
2. Reclamar los
equipos adecuados para las coberturas de un modo seguro: botiquín de primeros
auxilios, linternas, equipo de lluvia, equipamiento de transmisión de
emergencia, chalecos, mapas con la ubicación de hospitales, centros de
emergencia y refugios.
3. Centrar la
cobertura en información precisa y verificada con fuentes jerarquizadas y
fehacientes. Evitar la magnificación de datos porque puede incrementar el
pánico y la espectacularidad de la catástrofe. No forzar la cobertura cuando no
haya nuevos datos.
4. No arriesgar
la vida por buscar la primicia. Si la situación se torna peligrosa, ponerse a
resguardo y seguir sólo si es seguro.
5. Informar
sobre las tareas de asistencia a la población: medidas para prevenir riesgos,
accidentes, enfermedades y problemas sanitarios; lugares de traslado y refugio;
centros de información sobre víctimas; hospitales con recursos para recibir
damnificadas/os; elementos que se necesitan y lugares donde acercarlos; números
telefónicos de emergencia y asistencia.
6. Respeto a la
intimidad y la integridad de las/os afectadas/os. No transmitir imágenes de
cadáveres o primerísimos planos de damnificadas/os y heridas/os, dado que
exponen intimidades, vulnerando derechos, e intensifican el aspecto dramático
no informativo del acontecimiento. Considerar a las personas como sujetos de
derecho y respetar su dignidad e intimidad al entrevistarlas/os, para no
intensificar su estado de shock.
7. Reclamar
asistencia terapéutica para procesar las emociones de la cobertura y la
conmoción por el contacto con historias e imágenes traumáticas.
8. Evaluar la
cobertura. Procurar la reflexión y el registro de los posibles errores, las
dificultades que surgieron, de la interacción con actores de otras áreas de
asistencia.
9. Instalar el
tema en la agenda. Realizar un seguimiento sobre las tareas de reparación que
desarrollan las autoridades o sobre su incumplimiento.
10. 10
Investigación posterior. Producir informes interdisciplinarios que aborden
temáticas de catástrofes. Analizar el origen de la tragedia para contribuir a
una mirada integral que sirva luego para la prevención.
Tomado de pagina 12 de ar
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